No puedo evitarlo pero el primer (sentimiento) que se manifiesta en mi ánimo cada vez que tengo que tratar con algún dependiente o funcionario de cualquier tipo es de cabreo. Ya el gesto en la cara mezcla de menosprecio y admonición con la que la inmensa mayoría de ellos me reciben incita a la violencia. El tono de voz, la mirada esquiva.
Aunque lo más normal es que la relación no dure más de 30 segundos y me vaya jurando en arameo. Es cuando la cara de palo se encuentra con la impotencia al no hacer el más mínimo intento por entenderme o cuando, simplemente los veo disfrutar puteándome, poniendo impedimentos a la mera formulación de una pregunta, creando normas y burocracia imaginaria que en ese momento deciden seguir al pie de la letra (el funcionario ruso, como decía Kapuscinski, sería un excepcional orfebre si se dedicara con el mismo empeño y casi delicadeza con que repasa uno a uno los granos de cereal que cruzan la frontera) cuando la visión empieza a nublarse y el hambre de violencia física golpea en las sienes. ¿Cómo es posible que me esté haciendo esto? ¡Le he pedido simplemente una servilleta más!
Hasta en los bares, restaurantes (si me acuerdo para otro día las cartas de los restaurantes), cafeterías y discotecas montados para desollar al incauto extranjero con dinero en el bolsillo y sed de rusas te perdonan la vida si te dejan entrar (yo diría que no hay directrices en esto, se deja, o no ¿quién sabe? a la simple discreción del individuo de la puerta), te perdonan la vida cada vez que pides algo. No es nada extraño que en alguno intenten timarte quedándose con el cambio. Pero hay tanto cornudo, apaleado y contento que decía el clásico...
Hoy, sin embargo, me han dado una lección. El viaje hasta el pueblo es un auténtico homenaje a los tiempos: veinte minutos a pie, una hora y cuarto en metro, veinticinco minutos en маршрутка, tres horas de espera en el aeropuerto, cinco horas de avión en dos escalas, más de una hora de control de pasaportes, tres o cuatro controles de los de quitarte los zapatos y cruzar el arco, siete horas de coche. Incluso a las 530, justo al salir de casa, se me ha ofrecido un tipo a llevarme hasta el aeropuerto, al final no nos hemos puesto de acuerdo por 300 rublos.
Después de un retraso de dos horas llega el avión y me encuentro con que es la primera vez que veo relajarse los estrictos hasta lo ofensivo controles del tráfico aéreo. Al entrar están todos los asientos ocupados, sin hacer caso al nº asignado. Es más, pregunto a la mujer que ocupaba mi asiento por qué mi asiento está ocupado.Me responde con una sonrisa de ¡pero que me estás contando chaval? búscate la vida! Y con una botella de un tercio de vidrio (sí, de un tercio de vidrio) en la mano mira a los seis que tiene a su alrededor, añade una mueca de victoria y da un trago largo a la cerveza. Carcajada general. El tipo junto a ella levanta indolente el dedo índice y señala al único asiento libre en la última fila, al lado del motor. Inglish? Да? Там (allí) y no hay nada más que hablar. Sin sitio en los altillos donde dejar la maleta ni el ordenador y con menos de 30 cms entre mi asiento y el anterior paso las dos horas de vuelo a Калининград (Kaliningrado) con el portátil debajo de mi asiento, la maleta en los pies, y el abrigo en mi regazo. En el asiento de mi izquierda una cesta de mimbre con sabe dios qué cosas y la gente llamando constantemente a una azafata que a los cinco minutos ya tuvo que poner la cara de palo y el tono de dominanta para que la situación no se le fuera de las manos.
Mientras pensaba en todo esto esperando el despegue se ha debido dibujar una mueca traviesa en mi cara al desabrocharme el cinturón.
6 comentarios
Armando -
Juan,
Gracias, pero no es para tanto. Sea bien venido siempre.
Yeli,
Una verdadera alegría.
Otro para ti.
Armando
Yeli -
No se porque tu camino te ha llevado tan lejos de tu tierra, pero sea lo que sea espero que encuentres lo que siempre has buscado, mi querido amigo inquieto.
Sigue haciéndonos disfrutar de tus experiencias por esa tierra tan lejana.
Ahora que por fin te he vuelto a encontrar intentare no perder el contacto.
Como hay escrito en una vieja fotografía me despido con lo que escribiste en ella friends will be friends.
Un abrazo muy fuerte.
Juan -
Muy ocurrente y con una redacción perfecta.
Enhorabuena, te sigo habitualmente.
Saludos desde el capitalismo decadente y pauperrimo (alias España)
Armando -
César,
Pues ya ve lo mismo que yo.
bur,
Gracias. Je, je. Rusia.
Bienvenido
Armando
bur -
César -