Lèa me manda un artículo de La Vanguardia que es una crítica acerca del último libro publicado en España sobre la vida de Dionisio Ridruejo. Ahora ando sumergido en sus memorias. Estos días vaga, paseando por el Montseny, recuperándose de la afección pulmonar que le obligó a dejar temporalmente la Jefatura del Servicio Nacional de Propaganda unos meses antes del fin de la Guerra Civil. Y también unos meses antes de su ruptura con el Régimen, por razones de desencanto con una situación que, lejos de acercarse al falangismo propugnado por Jose Antonio Primo de Rivera y defendido con la ceguera propia de los veinte años, se alejaba sin remisión. Convertido, en fin, en lo que acabaría siendo el Franquismo.
La impresión que me queda después de leer el artículo es la de que el libro se ha escrito a mayor gloria de un status quo podrido hablo, claro, sin leerlo. En la reseña -por tanto suponemos que en el libro- están todos los tópicos destilados por una oligocracia que lo único que ha hecho realmente bien ha sido inutilizar con los tentáculos del clientelismo y el inestimable apoyo del dinero público cualquier apoyo de una hipotética contestación social, especialmente los medios de comunicación.
En el texto de Jordi Gràcia encontramos, claro, que: "el PSOE era el núcleo de una democracia futura" y que eso era algo que Dionisio "vio lúcidamente". Aparte de las reuniones, nada secretas por otra parte, en las que tomaba asiento entre otros muchos opositores Felipe González, poco o nada se puede concluir al respecto en sus memorias, en el libro de Manuel Penella o en el libro publicado meses después de su muerte. En una entrevista a Multipress, semanas antes de su muerte, lo que sí vio lúcidamente fue la otra cara del PSOE: "[..] ¿que un socialista cobra de los grandes poderes económicos o condesciende con los que encarcelan a sus correligionarios? Pues no es socialista".
También en el artículo hay una cita del libro que supongo literal: "Ridruejo cargó el peso de su monstruoso error original y sabía que nada lo iba a reparar". Aquí también tiene el interesado algo que decir "¿tenía mala conciencia? No, no tenía mala conciencia, ni buena. Tenía conciencia clara [..]” entrevista de Ana García Entrerría, poco antes de morir.
La cuota nacionalista la tenemos en: "estuvo en el fascismo totalitario con absoluta convicción pero el entorno liberal de la revista Destino y sus lecturas le facilitaron una transición a la lucidez" Algo que simplemente no es cierto, esa transición se produjo tiempo después, fundamentalmente en su exilio italiano. Quien sí hizo algo por Destino fue él, estimulando su conversión de revista falangista dependiente del régimen a publicación "moderadamente liberal, aliadófila y catalanista".
La desmemoria histórica también tiene su hueco: "Franco lo trató con respeto y, a pesar de que lo normal hubiera sido fusilarlo, no quiso crear un mártir. Y admiraba de él su valor y su capacidad oratoria." Antes de 1950, fecha que podemos considerar como el punto de inflexión aproximado en el activismo democrático (siempre evolutivo, nunca revolucionario o radical) de Dionisio Ridruejo ( para la desmemoria histórica causa probada de condena a muerte), el número de ejecuciones se cifran entre 23.000 y 28.000, el 80% de ellas antes de 1942. Después de 1950 se suelen citar las de Grimau, Delgado, Granados, Puig Antich y las últimas cinco, de miembros del FRAP y de ETA. De los libros citados anteriormente, o de sus múltiples encarcelaciones relativamente breves, no se concluye en ningún momento que Ridruejo temiera por un desenlace siquiera cercano a una ejecución.
Por último y seguramente por ese afán estúpido de aportar algo personal, nuevo y genuino a la humanidad siendo uno una medianía más ,concluye el profesor Gràcia: “a pesar de que le hayan colgado la etiqueta de poeta es, ante todo, un prosista, uno de los grandes memorialistas del siglo XX”. Le hayan colgado. Al final de esta entrada pueden leer quién le ha colgado esa etiqueta.
Hay formas y formas de abordar la historia, las sociedades, los individuos. Una es la del burro con orejeras que no ve más que la zanahoria que le ponen delante. Otra es la de la honradez intelectual, que en ningún caso está reñida con una posición ideológica más o menos firme. Es por eso que se puede recomendar el artículo de El País de Víctor Pérez Díaz, catedrático de la Universidad Complutense:
Su arrepentimiento de haber sido fascista forma parte de esa misma coherencia, y contrasta con la falta de arrepentimiento de sus adversarios del primer momento (la Guerra Civil, el primer franquismo), convertidos en sus panegiristas en un segundo momento (el de la disidencia política del franquismo). Cuando Dionisio se enfrenta con su pasado, sus antiguos adversarios le alaban pero no se percatan de que el gesto de Dionisio contrasta con la ausencia de un gesto similar por su parte.
Y se puede censurar el de Xavi Ayén en La Vanguardia y por extensión el libro del Profesor Gràcia de la Universidad de Barcelona.
Simplemente no está a la altura del personaje biografiado:
¿Preferiría usted triunfar como escritor o como político?
Yo soy un castellano viejo y como castellano viejo estoy ligeramente tocado de estoicismo y como hombre ligeramente tocado de estoicismo considero que las glorias varias del mundo son vanidad de vanidades. Así pues, mi triunfo me interesa poco. Mi realización, como persona dentro de mí mismo, me interesa mucho. Me interesa poder morir con la conciencia a punto. Con la evidencia de haber obrado con sinceridad, con honradez y con solidaridad. Y si me da Vd. a elegir entre el destino de un poeta cuyos versos serán repetidos dentro de cinco siglos y el de un ciudadano que haya ayudado a que sus vecinos vivan un poco mejor, elijo, aunque parezca mentira, esta última aspiración.